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Las decisiones de Cleo


Como siempre, me gusta tomar lo que me pasa para mis propios aprendizajes y, a veces, como todos somos uno (es realmente así) esto puede servirle a otras personas.

Hace unos días Cleo (una de las gatas de mi familia) respondió ante las reiteradas (y perdurables) invitaciones de Bartolo, (uno de los gatos jefes del barrio, a quien todo el mundo conoce) para salir a pasear. Bartolo desde hace tres años viene a buscarlas desde el techo. Ellas lo miraban desde abajo. Persistió y persistió (eso podemos aprender de él, que la perseverancia da sus frutos) y finalmente Cleo accedió a su invitación y se fue a pasear por los techos. Las veces anteriores iba, paseaba un ratito y luego volvía. Y mi corazón descansaba tranquilo al saber que todos estábamos durmiendo en casa.

Pero hace unos días (aunque yo le pedí por favor que no se fuera muy lejos) se fue a la noche con su pretendiente y todavía no volvió. Estoy segura de que está en alguna de las casas de la manzana; se debe haber caído en algún patio y al ser tímida, se metió debajo de un mueble o algo así y con la puerta cerrada no puede salir y regresar a casa. Ya recorrí la manzana avisando a los vecinos y empapelé de cartelitos. Estoy convencida de que pronto me van a llamar para decirme que apareció en una casa y que está sana y salva. Princesa y yo tomamos flores de Bach que nos preparé para los duelos. Funcionó: ambas estamos más tranquilas.

Lo que quiero reflexionar en este escrito tiene que ver con la perspectiva desde la cual observamos los hechos.

Vivo en una casa con fondo, que tiene un árbol, sobre el cual viven las gatas la mayor parte del tiempo (Cleo tiene una rama favorita, donde descansa). Este árbol está al lado de una pared muy muy alta, a la cual ella se sube para mirar todo desde allí, fiel a su gatidad, que hace que los felinos quieran estar en control de los espacios (el lugar preferido de Princesa, en cambio, es un altísimo ropero). Desde allí subió y aceptó la invitación del gato para ir a parrandear por los techos. Es lo normal, es lo esperable, es lo gatuno. Hay gatos más paseanderos y otros más hogareños. Lo importante es darnos cuenta de que la decisión es de ellos. Necesitamos aprender a respetar sus elecciones.

Los animales adultos son adultos, no son como niños humanos, como algunas personas creen. Un cachorro no tiene la madurez necesaria para tomar ciertas decisiones porque aún no conoce el mundo ni sus experiencias, pero un adulto sí.

Más allá de esta dimensión de la realidad, que tiene que ver con lo vincular (en nuestras relaciones, el respeto es una base fundamental del amor), es posible percibir la existencia desde una perspectiva espiritual. Es una mirada más amplia, desde más arriba (como hacen los gatos, a nivel esotérico y a nivel físico, al subirse a los lugares altos ven todo en perspectiva), que nos permite ver el dibujo completo, el mandala de geometría sagrada que indica el propósito de las experiencias.

Creo que cada situación, si sabemos verla, nos enseña algo esencial. Cleo es mi maestra (una muy grosa) desde que llegó a casa. Su primer mensaje para mí (hace más de 3 años) fue: “confiá en nosotras”.

Estoy aprendiendo, personalmente, a confiar. En todo: en mí misma, en los seres con quienes me vinculo, en la vida, en las sincronicidades, en los aprendizajes aunque sean desafiantes.

Cleo es una gata inteligente. Tiene capacidad de tomar sus propias decisiones. Yo no soy su dueña como para encerrarla o atarla (por ejemplo), para que no se vaya porque yo tengo miedo. Soy un ser humano que tomó la decisión de conocerla, cuidarla (estar atenta a sus necesidades y emociones), respetarla y ser responsable de ella. Pero no tomar decisiones por ella; cuando ella elige algo, mi decisión es acompañar esa elección.

¿Qué aprendo con esto?

  • A confiar en Cleo y en que de alguna manera se las arreglará para volver (si quiere).

  • A aceptar que es posible (no digo que sea lo que sucederá, pero está dentro de las posibilidade) que ella elija ir a vivir con otra familia porque ya me enseñó lo que yo tenía que aprender con ella (los animales vienen a nuestra vida con misiones muy claras y específicas) lo cual implicaría

  • Un acto de humildad y aceptación plena de mi parte de su elección.

  • A soltar mis apegos.

  • A hacer lo que está dentro de mis posibilidades (accionar dentro de mi ámbito de poder) y soltar aquello que no puedo cambiar, para evitar frustrarme o decepcionarme.

  • A saber que el universo tiene sus maneras de manifestarse y que solamente necesitamos aprender a leer sus mensajes.

  • A comprender que los seres humanos somos únicamente una parte del planeta, con la responsabilidad de hacer y dar lo mejor de nosotros para mejorar la vida de todos sus habitantes, pero no somos los dueños ni los mandamás. Somos solamente un instrumento del amor infinito del universo.

La verdad es que me encantaría que Cleo volviera a casa. Si no lo hace, me dispondré a aceptar su decisión con la mayor serenidad de la que sea capaz. Hice todo lo que estuvo en mis manos. Ahora a confiar en que es lo que es.

Lic. Verónica Kenigstein

www.habloconanimales.com

www.senderosdelplacer.com.ar

www.encuentroconcaballos.com

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