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Aprender a montar (exclusivamente) sin embocadura

En estos días estoy pensando mucho en el entrenamiento de Allegra (para quienes no la conocen, es la potranca que forma parte de mi familia, en la foto). Estoy a punto de empezar a trabajar con ella, ya se va acercando la edad de empezar a enseñarle cosas conscientemente para, algún día, poder salir a pasear con ella, si ella está de acuerdo.

Hasta ahora, el paradigma dominante le enseña a los caballos a dejarse montar y guiar, a través de algo que, desde mi muy personal punto de vista es aberrante y violento: usando una embocadura o freno: un pedazo de metal que se mete en una de las partes más sensibles del caballo (su boca), para que, a través del movimiento y la fricción, el animal comprenda hacia dónde quiere ir (o dejar de ir) el jinete o la amazona. Es algo universalmente aceptado. No cabe duda de que parte de su entrenamiento consiste en enseñarle a acostumbrarse a tener ese fierro en la boca (además de la montura sobre el lomo, los estribos y demás) para hacer lo que el ser humano le pide (¿le ordena?).

Me han dicho (comprendo que con la mejor intención, sin lugar a dudas) que enseñarle eso es darle recursos en el caso de que en algún momento, más adelante, por alguna causa que el destino nos traiga, tengamos que separarnos. Entonces, una yegua que sepa ser dócil y se deje montar con todos los adminículos que los seres humanos han encontrado hasta ahora para lograrlo, tendrá mejores posibilidades de adaptación.

¿Qué quieren que les diga? Me hace ruido, me pongo en el lugar de Allegra (y de cualquier caballo) y me resulta de una violencia horrible. Quienes me conocen saben que estoy trabajando consciente y pacientemente para cambiar el paradigma de la relación con los animales. Es un cambio muy lento y profundo que se requiere, para empezar a tratar a los seres pertenecientes a otras especies con respeto y empatía. Y poner un pedazo de metal en una parte tan sensible como la boca para lograr la anuencia del caballo en un proceso que podría ser mutuamente consentido y que a falta de ese consentimiento invita a la violencia, no me resuena. Claro que esto que propongo requiere mucha más paciencia y trabajo sobre sí mismo/a del jinete, una autoconciencia corporal, emocional y energética mucho más plena y presente. Pero, como ya dije, es un cambio profundo, que llevará tiempo, quizás generaciones.

Me gustaría (y me dispongo a eso) investigar y aprender a enseñarle (y aprender yo misma, cosa que me llevará tiempo, energía, entrenamiento de ambas y paciencia y un alto umbral de tolerancia a la frustración) a andar juntas solamente con bozal. Sé que hay lugares del mundo en los que ya se está haciendo (he visto videos maravillosos). Me dispongo, en no mucho tiempo, a buscar a alguien que sepa hacerlo muy bien y crea en ello como manera exclusiva de relacionarse con los caballos, para que venga a enseñarnos aquí en Argentina. Y de a poco empezar a abogar por un trato respetuoso y verdaderamente empático con todos los seres sintientes.

Es un decreto. Y como suelo lograr todo lo que me propongo, sé que sólo es cuestión de tiempo. ¿Quién me acompaña?

Verónica Kenigstein

www.habloconanimales.com

www.encuentroconcaballos.com

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